AULA DE ESTUDIO

Jesús entre los doctores de la Ley, de Viladomat

Jesús entre los doctores de la Ley, de Viladomat
Antoni Viladomat
(Barcelona, 1678 – 1755)
Jesús entre los doctores de la Ley
c. 1720-1750
Óleo sobre lienzo, 105 x 156 cm.
N.R. 200.016. Donación del canónigo Iglésias, 1827.
 
Este cuadro formaba parte de la gran donación que realizó el canónigo Iglésias, de Santa Anna de Barcelona, y que llegó a Montserrat en 1827. Es admirable y sorprendente que haya permanecido en Montserrat hasta nuestros días, puesto que con la amortización y supresión del monasterio en 1835 la mejor parte y la más numerosa de los cuadros del canónigo Iglésias fue confiscada y dispersada en manos de particulares y este cuadro que estudiamos debía figurar entre los mejores.
 
Los inventarios del P. Gusi realizados entorno de 1930 y 1931 ya lo reseñan como procedente de la donación Iglésias y con la atribución, sin hesitación ni reserva, al pintor barcelonés Antoni Viladomat, el mejor de su tiempo en Barcelona y en Cataluña. El estudio más completo de esta obra y de toda la pintura de Viladomat es sin duda el del Dr. Francesc Miralpeix, que fue objeto de su tesis doctoral. Esta reseña está realizada en base a las aportaciones de Miralpeix, que resumo pero también completo y matizo en algún punto.
 
A partir de la monografía de Rafael Benet de 1947, que reproduce la imagen de nuestro cuadro, casi todos los estudios sobre Viladomat incluyen el cuadro de Montserrat. Pero quien estudió y remarcó de manera singular el valor de esta pieza fue el Dr. Santiago Alcolea Gil, especialista en la pintura barcelonesa del siglo XVIII. Él fue el primero en relacionar nuestro cuadro con aquella Disputa de Jesús con los doctores de la Ley en el templo, que Jaime Villanueva vio en la cela del Prior del convento de San Agustín de Barcelona, junto con otros cuatro cuadros, todos referentes a la vida de Jesús, y todos de Antoni Viladomat. El viaje de Villanueva a Barcelona tuvo lugar en 1805 y el 21 de octubre de 1809, como explicaba el oratoriano P. Raimon Ferrer, que fue el cronista espontáneo y verídico de la Barcelona ocupada por el ejército napoleónico, la Junta encargada de ejecutar las disposiciones del gobierno fue a embargar el convento de San Agustín. En una nota a pie de página el cronista informa que pocas semanas más tarde vio como los libros y los cuadros del Prior de San Agustín eran vendidos a unos encantes en la Rambla. Es más que probable que el canónigo Iglésias, coleccionista empedernido, conocedor de los hechos y vecino de la Rambla, no dejase perder la ocasión y comprara el cuadro que comentamos y que llegó junto a su colección de pintura a Montserrat.
 
El pintor Viladomat cuando pinta cuadros de formato mediano a menudo articula sus composiciones a base de medias figuras, de esta manera puede concentrar la atención del espectador en la expresión de los rostros. Casi siempre estructura la composición de manera muy clara y simple a base de diagonales que se cruzan en el centro, mientras que la moda barroca ya empezaba a proponer esquemas compositivos más complicados y gesticulaciones más teatrales. Viladomat busca por encima de todo la simplicidad y la lectura fácil y directa de la escena, evitando accesorios innecesarios y estimulando la contemplación admirativa y devota sin gags ni sorpresas curiosas. Utiliza fondos oscuros y tonalidades terrosas propias de la pintura del Seiscientos que aún mantenía un cierto claroscuro.
 
Como no puede ser de otra manera, en nuestro cuadro el centro de atención es la figura del Niño, sentado magisterialmente en una silla de brazos, mirando al espectador y acompañando su discurso con una expresiva gesticulación de manos. A derecha e izquierda vemos a los doctores de la Ley, todos de perfil y mirando fijamente al Niño sabio, confrontando el discurso del infante con las profecías de los libros sagrados. El Niño se impone por su serenidad y aplomo, mientras que los doctores –el de la izquierda vestido de terciopelo y damasco como si fuera de un rango superior a los otros– muestran admiración y extrañeza. María y José, privados de protagonismo, asisten a la escena discretamente en un segundo plano. Miralpeix subraya que detrás de la composición y puesta en escena de este cuadro hay modelos y soluciones muy típicas de la pintura del Seiscientos napolitano.  
 
Josep de C. Laplana, director del Museo de Montserrat
 

Bibliografía
- Jaime Villanueva, Viage literario a las Iglesias de España, XVIII, Viage a Barcelona, Madrid, Academia de la Historia, 1851, p. 172-175.
- Raimon Ferrer, Barcelona Cautiva, o sea diario exacto de lo ocurrido en la misma ciudad mientras la oprimieron los franceses, vol. IV. Barcelona, Brusi, 1817, p. 172-175.
- Rafael Benet, Viladomat, Barcelona, Ed. Ibèria,  1947, làm. 11.
- Frederic-Pau Verrié, Montserrat, Madrid, Plus-Ultra, ca. 1950, p. 110, fig. (Los monumentos cardinales de España – IX).
- L’Art Català, Barcelona, Ed. Aymà, vol. II, 1961, p. 108, fig. (texto de Rafael Benet).
- Santiago Alcolea, “La pintura barcelonesa en el siglo XVIII. Diccionario biográfico”, Anales y Boletín de los Museos de Arte de Barcelona, XV, 1961-1962, p. 202, fig. 42.
- Santiago Alcolea, Viladomat, Mataró, Museu Comarcal del Maresme i Museu Arxiu de Santa Maria, 1990, p. 116-117, 272, fig.
- Santiago Alcolea, Antonio Viladomat, Barcelona, Ed. Labor, 1992, p. 32 i 37 (Gent Nostra, 96).
- Josep de C. Laplana, Les col·leccions de pintura de l’Abadia de Montserrat, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1999, p. 17-21.
- Francesc Miralpeix, Antoni Viladomat i Manalt, 1678- 1755. Vida i obra, Girona, Museu d’Art de Girona, 2014, p. 160, cat. 140.