AULA DE ESTUDIO

La Fontaine, de Hyacinthe Rigaud

La Fontaine, de Hyacinthe Rigaud

Hyacinthe Rigaud y Taller
(Perpiñán, 1659 – París, 1743)
Retrato del fabulista Jean de La Fontaine
1690
Óleo sobre lienzo, 81 x 64 cm.
N.R. 200.250. Donación de Teresa Roy de Espallargas, viuda de Georges de Frézals, 1927.
 
Georges de Frézals era un aristócrata, culto, bibliófilo, que al establecerse en Barcelona como cónsul de Bélgica y Francia al acabar la Primera Guerra Mundial, se convirtió en un catalanófilo promotor de la cultura. En 1925 realizó una sustanciosa donación de libros a la biblioteca de Montserrat y, tras su muerte, su viuda completó la donación, en nombre de su marido, con un centenar más de libros lujosamente encuadernados y además cinco telas que eran personajes de su familia, entre los que había un retrato de La Fontaine y de su esposa Marie Héricart, pintados respectivamente por Rigaud y por Mignard. Frézals se consideraba heredero del célebre fabulista francés Jean de La Fontaine (1621-1695). El dorso del cuadro lleva la siguiente inscripción: “Jean de La Fontaine fabuliste, peinté par Rigaud. Tableau procédant du chateau de Thury en Valois...

El catálogo Obras Maestras del Museo de Montserrat de 2008 contiene el estudio más documentado de nuestro cuadro, realizado por Ariane James-Sarazin, que me limito a resumir. El libro de cuentas de Hyacinthe Rigaud referente a 1690 incluye un retrato de La Fontaine por el que el pintor cobró 200 libras, que era el precio habitual de un retrato de medio cuerpo sin manos. Existen tres versiones de medidas parecidas que pueden responder a este encargo bien documentado: la de Montserrat, de formato rectangular y otra dos de formato ovalado salidas a subasta en París los años 1990 y 1995; una de ellas ha hallado destinación definitiva en el Museo Carnavalet de París y la otra se encuentra en manos privadas. Las tres versiones son de óptima calidad y sobresalen entre la media docena de copias antiguas de la primera o segunda mitad del siglo XVIII. El retrato de La Fontaine que pintó Rigaud en 1690 se hizo famoso y fue grabado y reproducido copiosamente en las ediciones de las obras del fabulista hasta el punto de convertirse en la imagen más divulgada y conocida de este escritor, la que se encuentra en muchísimos manuales de literatura francesa.

El problema de fondo consiste en saber cuál de las tres versiones es la prototípica y cuáles son las copias autógrafas o réplicas del taller, realizadas por los numerosos y bien entrenados colaboradores de Rigaud, que intervenían también en obras originales y de gran importancia del maestro. Siguiendo paso a paso la documentación que nos ha llegado, sabemos por un inventario hecho en 1703 que Rigaud tenía en su casa un retrato de La Fontaine, que podía ser una versión o réplica del que había entregado al fabulista. Esta versión fue la que figuró en el Salon del Louvre en 1704 formando parte de la exposición temporal de veintiocho obras del artista. Otra pista es el encargo de un retrato de La Fontaine que en 1704, seguramente a causa de la exposición del Louvre, M. Coustard, interventor general de la cancillería, hicieron a Rigaud para conformar una galería de hombres de letras ilustres. Seguramente esta es la versión que ha ido a parar al Museo Carnavalet de París. No obstante, estas disquisiciones no tienen una importancia capital, ya que las tres obras manifiestan la intervención personal del artista.

El cuadro de Montserrat juega con ventaja al presentar un origen directamente vinculado con los herederos de La Fontaine. Sabemos que el vizconde Héricart de Thury heredó esta obra de Louis-Christoph Anne Héricart de Thury quien, a su vez, la heredó de Marie-Claire de La Fontaine, biznieta del escritor, que murió sin descendencia. Tiene, pues, muy buenas probabilidades de que se trate realmente del prototipo de 1690. Dominique Brême remarcó que cuando Rigaud pintó este retrato, Jean de La Fontaine tenía ya 69 años, y sugería la idea de que en realidad hubiese sido pintado en 1684, cuando el escritor ingresó en la Académie Française y que la anotación en el libro de cuentas de 1690 se refiriese a una réplica. La hipótesis es verosímil, pero también hay que tener presente que el retrato de alto standing siempre tiende a disimular y endulzar las marcas demasiado visibles de la vejez y la decrepitud.

Según la apreciación de James-Sarazin, el retrato de La Fontaine de Montserrat es un poquito más seco que el de Carnavalet por lo que respecta a las carnaciones, a la peluca y a los pliegues del gabán. El pintor ha centrado todo su interés en la expresión escéptica y desencantada del fabulista que mejor penetró los recovecos del corazón humano y de las reacciones acomodaticias de la condición humana. El fondo es absolutamente neutro y, dejando de lado cualquier aparatosidad, ha utilizado una paleta muy sobria de blancos y negros, grises y marrones con los que consigue plasmar la suavidad de los tejidos y la transparencia de la corbata. Las notas que predominan en este retrato son la simplicidad elegante y la total veracidad.

El retrato de La Fontaine de Montserrat hace pareja con otro de Marie Héricart, esposa del escritor, del mismo tamaño y con el mismo enmarcado, ambos procedentes del castillo de Thury y ambos donados por Georges de Frézals. El de Marie Héricart llegó con la atribución al pintor Pierre Mignard (1612-1693), que Dominique Brême sustituyó por la de Gabriel Revel (1642-1712) y que Jean-Claude Boyer volvió a atribuir a Mignard. Al acabar la Guerra Civil española, en enero de 1939, los dos cuadros fueron llevados hacia Francia junto al resto de bienes artísticos de Montserrat, pero el gobierno francés los retornó a Montserrat el 28 de octubre de 1939. Otro avatar de estos dos cuadros se produjo en 1943 cuando, por instigación del ministro Serrano Suñer, el Marqués de Lozoya, director general de Bellas Artes, presionó al abad de Montserrat para hacer una permuta, evidentemente desventajosa para Montserrat, porque el gobierno español quería hacer un obsequio al gobierno de Vichy. Afortunadamente, en el último momento la permuta no se llevó a cabo. No le hacemos mucho caso, pero este cuadro es el único que hay en nuestro país de este pintor de la Cataluña del Norte, que brilló con luz propia en la corte del Rey Sol, la más esplendorosa de Europa en su tiempo.
 
Bibliografía
Analecta Montserratensia, VII, 1927, p. 408, fig.
Perpiñán, 1959, p. 12, núm. 10, fig.
Raymond Josse, “Sur les portraits de Jean de La Fontaine et de sa femme à Montserrat”, Courrier des Chercheurs et de Curieux, suppléments du nº 240 de Miroir d’Histoire, 108, diciembre, 1969, p. 371.
Jean de La Fontaine, catálogo de exposición, París, Bibliothèque National de France, Ed. Seuil, 1995; p. 108-121 (Dominique Brême).
Dominique Brême, Jean de La Fontaine (1621-1695). L’homme et son temps, catal. Exposición, Meaux, Musée Bossuet, 1995.
Josep de C. Laplana, Les col·leccions de pintura de l’Abadia de Montserrat, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1999, p. 44 y 48, fig.
Obras Maestras del Museo de Montserrat en BBVA. De Caravaggio a Picasso.  
Catálogo de la exposición en el Palacio del Marqués de Salamanca, BBVA, Madrid, 9-X – 7-XII- 2008, p. 104-107, fig. (Ariane James-Sarazin).