El panteón egipcio

En el siglo V a.C. Herodoto consideró a los egipcios como los hombres más religiosos del mundo, al quedar impresionado ante la complejidad de divinidades, cultos, mitos y ritos que observó en el país. Unas creencias religiosas que deberían resultarle incomprensibles.

Todo en el Antiguo Egipto giraba alrededor de los dioses, responsables de lo que sucedía, fuese bueno o malo.

Las divinidades se relacionaban con las fuerzas naturales y las personificaban, y a menudo presentaban cambios y asociaciones entre unas y otras dando lugar a nuevos dioses mediante la fusión de funciones.

De esa multiplicidad de poderes resultaba un panteón tremendamente amplio y complejo, casi inalcanzable, donde predominan las divinidades locales y donde la apariencia extraña semi-humana o semi-animal de muchos dioses es lo más normal.

El fondo arqueológico del Museo de Montserrat vinculado al Antiguo Egipto, está lleno de objetos de ajuar funerario donde predominan las figuras de divinidades confeccionadas en bronce, madera o fayenza, y de recipientes y otros objetos, donde la representación de dioses está muy presente. Todos ellos son buen ejemplo de ese extenso panteón y de la gran religiosidad de esa antigua civilización.